Cerca de un millar de personas se manifiestan en Barcelona
La protesta se inició en la plaza de la Universitat y la han organizado baleares residentes en la Ciudad Condal a través de Internet y mensajes de teléfonos móviles
BARCELONA | ROSA FRASQUET
«No volem una illa de cement». Con esta proclama, cerca de un millar de personas se congregaron ayer en la Plaça Universitat de Barcelona para protestar enérgicamente por la construcción de las autovías en Eivissa. Ibicencos e ibicencas, pero también otros ciudadanos que llevan la isla en el corazón, quisieron hacer llegar su indignación a los políticos que están gestionando unas obras que se llevan a cabo con la oposición de buena parte de la población. Igualmente, también quisieron hacer llegar su solidaridad a sus familias, amigos y conocidos, que diariamente les relatan «episodios de destrucción, rabia y tristeza».
La mayoría no pudo acudir a la multitudinaria manifestación que tuvo lugar el pasado 17 de febrero en Eivissa, y por eso no desperdiciaron la oportunidad de hacerse oír cuando hace menos de una semana comenzaron a recibir en sus móviles o correos electrónicos la convocatoria "Si quieres a Ibiza y estás en Barcelona, viernes 10 de marzo en Plaza Universitat. No Volem Autopista".
Espontaneidad y contundencia
La manifestación, que comenzó a las seis de la tarde y terminó casi tres horas después, estuvo trenzada de una serie de actos que expresaron las opiniones y sentimientos que les suscitan las obras. Pasadas las tres de la tarde, tres mujeres vestidas de negro lloraban en medio de la Plaça Universitat mientras recitaban, «todas las campanas de las isla están llamando a la muerte». Portaban crucifijos de ramas y abrían los brazos en cruz mientras miraban al cielo con la cara empapada en lágrimas. Se trataba de un grupo de teatro independiente que representaba ´Las Viudas´, una creación que en palabras de una de las protagonistas, Ana Digon, «simboliza el dolor de la gente por la muerte de la naturaleza». Los manifestantes escucharon atentamente la representación en una sentada silenciosa.
Poco después, un pintoresco policía obligaba con su porra a que la gente se apartase del medio de la plaza. «?Y después de la autopista, vendrá el Hotel es Vedrà», sentenciaba mientras paseaba por la vía. Mientras, uno de sus secuaces dibujaba unas líneas en el suelo, recorriendo caminos arbitrarios. Albert Vinyes, profesor de clown, explica que en su grupo de teatro hay una chica ibicenca, que les explicó el problema en que se encontraba la gente de Eivissa. «Hemos construido una autopista inútil en medio de la Plaça Universitat», explicó, «es una manera divertida de escenificar una tragedia».
En otro lado de la plaza, Daniel Ferrer, de Sant Rafel, estudiante de Ingeniería Industrial residente en Barcelona desde hace tres años, protestaba de la manera más pacífica y a la vez más contundente que supo: bailando ball pagès. Muchos de los asistentes no dudaron en añadirse al baile, que se repitió más tarde en el centro mismo de la ciudad de Barcelona: en la Plaza de Catalunya.
Aproximadamente a las siete de la tarde, la manifestación comenzó a moverse por las calles y carreteras del centro de Barcelona. Los manifestantes, portando pancartas con proclamas dirigidas como «Matutes construeix i Eivissa pateix», «No volem cap autopista» o «Ibiza pide desarrollo sostenible», cortaron el tráfico de la Gran Vía para dirigirse, a través de la calle Pelai, hasta el centro neurálgico de la ciudad Condal. El recorrido se completó a través de una de las carreteras laterales de la Rambla de Catalunya para luego inundar el Paseo de Gracia y terminó nuevamente en la Plaça Universitat.
DIARIO DE IBIZA 11/03/2006
Publicar un comentario