Nada

Hace unos meses la escuché por primera vez.
Dentro de la cama y tapada hasta las orejas me pareció un crujido de algún mueble. Poco a poco se hizo un crujido persistente y no me dejaba dormir por las noches.
Un día llamé al casero para que se hiciera cargo del asunto. Vino un périto para examinar mi habitación. A primera vista no encontramos nada, pero cuando nos agachamos para ver debajo de la cama nos la encontramos.
Ella estaba allí sonriendo y mirándonos fijamente, de manera desafiante.
Lo que un día fue un pequeño crujido se había convertido en un horrible monstruo y ahora se lo estaba comiendo todo.
Empezó por comerse mis sueños bonitos y sólo tenía pesadillas. Luego se comió las pesadillas también y comencé a padecer de insomnio. Ya no queda ningún mueble, ninguna foto en la pared, ninguna canción en mi cabeza. Nada más.